Las Zonas Económicas Especiales de China cambiaron el mundo

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Cuando se anuncian como “Zonas Económicas Especiales” (ZEE) no suena particularmente emocionante. En la mente aparece una conjura de parques industriales, almacenes aduaneros y otras infraestructuras básicas asociadas a una delimitado perímetro comercial. Sin embargo, las primeras cuatro ZEE de China, que este año celebran su 40 aniversario, nunca han sido áreas comerciales ordinarias.

Las zonas de Shenzhen, Zhuhai y Shantou, en la provincia costera meridional de Guangdong, y en Xiamen, en la provincia de Fujian, iniciaron labores en 1980. Su impronta ha cambiado al mundo. Ellas fueron el primer signo tangible de la reforma y apertura de Deng Xiaoping, impulsada a finales de 1978.

Las ZEE proporcionaron la plataforma para que China se convirtiera en la fábrica del mundo y transformara su economía agraria y pobre en una robusta economía industrial, la segunda del mundo. En las últimas semanas, he podido hablar con varios expertos y economistas para escuchar su opinión sobre la importancia de la creación de las ZEE. Fue muy interesante conocer algunas de sus vivencias y opiniones.

Edward Tse, especialista de 60 años y uno de los consultores de gestión más conocidos de China, acababa de regresar a Hong Kong, en aquel entonces bajo dominio británico. Había estudiado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts cuando las ZEE fueron implementadas en China continental.

Tse considera que aunque había interés en lo que estaba pasando, nadie habría apostado entonces por la realidad que lograron construir. “Hasta entonces, China tenía una economía planificada y en gran medida descendente. La sociedad era muy pobre y estas zonas se convirtieron en un lecho de álgida experimentación para crear un sector privado vibrante”, recordó Tse.

Wang Huiyao, presidente del Centro Chino para la Globalización, en ese momento era un estudiante de segundo año de la Universidad de Estudios Internacionales de Guangzhou. Aún guarda la emoción de la noticia. “Todo el estado de ánimo en China estaba cambiando. El año anterior, en 1979, habíamos tenido la apertura de lazos diplomáticos con Estados Unidos. Las ZEE, sin embargo, fueron la verdadera apertura. Lo cambiaron todo”, aseguró. “Eran un campo de experimentación para todo tipo de conceptos, desde la forma en que las empresas se formaron hasta la propiedad privada de bienes raíces”.

Algunos han tratado de argumentar que no había nada especial en las ZEE de China, copiadas de los cuatro tigres asiáticos: Singapur, Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán. Koh King Kee, presidente del Centro para una Asia Nueva e Inclusiva, con sede en Kuala Lumpur, considera que fue mucho más significativo que lo que había sucedido en el resto de Asia. “Fue el primer campo de pruebas de China para una economía de mercado, mientras que el resto del país se mantuvo muy planificado. Fue la encarnación de la estrategia de desarrollo de Deng Xiaoping de “cruzar el río tocando las piedras'”, explicó.

Mientras que las otras ZEE han tenido éxito por derecho propio, es Shenzhen la que ha obrado el verdadero milagro. El PIB de la ciudad creció en un factor de 10.000, pasando de 270 millones de renminbi (39,51 millones de dólares) en 1980 a 2,69 billones obtenidos el año pasado.

Yo también fui testigo cuando hice mi primera visita a China continental en el año 1997. Sin embargo, habría sido difícil imaginar entonces la megalópolis en la que se ha convertido Shenzhen, rivalizando con los grandes municipios chinos de Beijing, Shanghai, Chongqing y Tianjin. Es la única ciudad en el mundo que tiene acceso 5G completo y es, por supuesto, el hogar de los gigantes de las telecomunicaciones Huawei y Tencent.

Durante la próxima década, dadas sus fortalezas en inteligencia artificial y tecnología digital, no es inconcebible que pueda llegar a convertirse en un centro tecnológico más importante que Silicon Valley, refrendando la ambición china de convertirse en un líder tecnológico global para el 2035.

El presidente Xi Jinping ha reconocido el papel desempeñado por Shenzhen y las otras ZEE en el desarrollo de China. También considera que la interacción entre Shenzhen y Hong Kong es vital para el éxito del área de la Gran Bahía de Guangdong-Hong Kong-Macao, que podría ser una de las zonas más dinámicas de Asia en las próximas décadas. Las ZEE fueron la base fundamental de la reforma y la apertura de China. Para que esta gran nación siga cosechando éxitos, el viaje debe continuar. 

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